En agosto del 2012, en el Teatro Romano de Mérida, Rafael Álvarez, el Brujo estrenó “La Odisea”, en su opinión: “La Odisea encierra muchas cosas, pero la más importante es el perro de Ulises. Todos dan por muerto a Ulises, a su vuelta nadie lo reconoce pero el perro levanta la vista y, aun yendo disfrazado, sabe que aquel pordiosero es su amo. Mueve la cola y, le entra tanta emoción, que se muere en ese mismo instante de alegría. Es uno de los pocos momentos en que Ulises, un hombre tan curtido en batallas, llora. Vale que llora también cuando se encuentra con su hijo, pero para mí que llora más cuando ve al perro, aunque no lo diga Homero, porque el perro representa el amor incondicional, la impersonalidad del afecto. Y… ¿quién ha hablado hasta ahora del perro? Ni Kavafis, ni Borges, ni Joyce, ni por supuesto Vargas Llosa. ¡Sólo yo, “el juglar”!. El perro de Ulises representa el amor incondicional.”
La razón de esta exposición es tan sólo mostrar una pequeña historia cotidiana, diaria, vulgar y por lo tanto igual de épica y universal como es la vida de cada uno de los que leéis esto. Son simplemente momentos que no quiero olvidar, situaciones vividas a través de un perro. El perro, un basset de una edad desconocida, lo recogimos hace unos tres años enfermo físicamente y con un comportamiento autista rayando en la agresividad. Había aprendido a sólo pensar en si mismo, a desconfiar y gruñir a los demás, a que divertirse o jugar no era posible, a estar sólo en un rincón, triste, agresivo y sin ninguna curiosidad. Es evidente que a ser así se lo enseñó un humano a quien a su vez la vida, o alguien, se lo enseñó a él.
Físicamente, el perro, tardó un año en recuperarse y a nivel anímico bastante más. Por suerte era un perro, así que al no tener lógica, ni ideas, ni convicciones en que creer y defender, en cuanto pudo abrirse un poco, en cuanto pudimos despertar su curiosidad y se dedicó tan sólo a experimentar lentamente descubrió que quizá era mejor confiar. Que no siempre el contacto con otros era negativo, que podía vivir en un grupo, una manada, … en comunidad. Que el grupo no tenía que ser uniforme, que ser perro, gato, viejo, joven, hombre, mujer, feo, bajo, alto, … es menos importante que la voluntad de querer estar juntos.
Ha sido un largo viaje de paciencia y buena voluntad por parte de todos los que nos conocen, de ser tan ilegal como para pasear en la playa bajo la lluvia, jugar en libertad en un parque, compartir un vehículo en busca de la montaña, tomar café en una terraza, o al fin y al cabo, simplemente, intentar vivir con respeto pero sin miedo.
Estas fotografías tan sólo son una forma de no olvidar, de traer al presente su experiencia esos días negros en que piensas en que el mundo es un absurdo, por no decir otra cosa. Esos días en que enviarías a los demás al infierno y piensas que sólo te has de preocupar de ti, que crees que ser egoísta y agresivo es la única manera de sobrevivir. Esos días salimos a pasear juntos y nos sirve como un bálsamo que si no cura, por lo menos nos hace olvidarnos de todo un rato y reír.
diego Espada, octubre 2013
Castell de Benedormiens
Castell d'Aro
26 de octubre al 24 de noviembre, fines de semana y festivos
horarios: 11-13h y 17-20h